Goro, el artista que mueve los hilos
Reconocido en España por la antigua técnica del trazado en hilo, Claudio Gorosito encontró esa vocación cuando estuvo en prisión.
El arte lo salvó, asegura. Ahora, volvió para radicarse en las Sierras.
Nota extraída del Diario La Voz (www.lavoz.com.ar)
Claudio Gorosito (48) subió por primera vez a un avión el 12 de enero de 2000, con destino a España. Llevaba en su cuerpo tres kilos y medio de cocaína distribuidos en pequeños paquetes. Accedió al espejismo del dinero fácil: 15 mil dólares a cambio de traficar la droga a Europa. Mucho más de lo que ganaría en meses de sus trabajos como mozo o como técnico telefónico en Córdoba.
En el aeropuerto de Madrid lo abordaron cinco policías de civil. En ese instante, sin mediar palabra, supo lo que se venía. Lo corroboró apenas pudo preguntar: sin atenuantes, la condena sería de nueve años. Y así fue. Se hizo cargo y no culpó a terceros: terminó en prisión. A su familia le había dicho que se iba a Mendoza, por un trabajo de telefonía.
«Yo era consumidor de cocaína desde los 14 años, pero nunca había hecho algo así», señala mientras imprime color a una reproducción de Barco de Mariposas, un cuadro del pintor ruso Vladimir Kush. En un atelier prestado en Villa General Belgrano, en Calamuchita, prepara su primera exposición para instalarse definitivamente como artista plástico en Córdoba, varios años después de haber recuperado la libertad.
Con hilos perlé, una cinta de pegamento alemana y un trazador de corte (en la cárcel utilizaba cepillos de dientes o lapiceras con alambre en la punta), perfeccionó lo que empezó de forma rudimentaria en prisión. Como los cuadros de los pintores que él reprodujo, su vida también tuvo muchos trazos surrealistas.
COMO EL AVE FÉNIX
A principio de 2000, el panorama para Claudio era sombrío: encarcelado en un país extranjero y con sus afectos a un océano de distancia, sabiendo que debería purgar una condena de casi una década. A esa situación se sumó el lupus, enfermedad que padecía desde chico, pero que se activó luego de sufrir una golpiza que le afectó los riñones.
En estado terminal, le ofrecieron integrar el protocolo de una investigación experimental que tenía que pasar a “fase 2” con humanos, tras ser probada en animales. Perdido por perdido, aceptó. “Me quedé sin pelo, se me cayeron dientes y estuve un tiempo inválido”, recuerda. Pero asimiló el tratamiento y se recuperó. Fue uno de los 37 sobrevivientes de un lote de 140 “conejillos de Indias” voluntarios. Después de ocho meses en el hospital, volvió a prisión. “Me habían robado todo, creían que había muerto”, relata.
ENTRE REJAS
“No hay vuelta atrás, no podés volver esa hoja”, dispara sobre su mala decisión de traficar drogas. Pero el encierro le dio una nueva oportunidad.
Por necesidad, descubrió el antiguo arte del trazado en hilo. Su enfermedad no le permitía realizar otro trabajo y debía buscar alternativas. Se las rebuscaba lavando ropa para “presos ricos”: ganaba apenas para comunicarse con su familia en Córdoba. “Ganaba 2.300 pesetas por semana, y veía que un ecuatoriano estaba haciendo un escudo del Real Madrid con hilos y ganaba 1.500 en medio día”, grafica. De él aprendió, observándolo trabajar, porque no le quería enseñar. Pero le dejó hilos y otros elementos cuando salió en libertad. Ahí comenzó Claudio a “pintar con hilos”.
En Navalcarnero, adonde fue trasladado cuando tuvo condena firme, lo autorizaron a brindar talleres de hilado. Con un grupo de reclusos, realizó varias exposiciones, motivados por un libro de arte que ingresó al penal. La última fue con el Guernica, de Pablo Picasso. Con cien presos a cargo y en seis bastidores, comenzó lo que parecía una locura. «Entre todos sumábamos unos 3.700 años de condena», ironiza. En 360 días lograron reproducir la obra maestra a tamaño real: «349,3 centímetros de ancho y 776,6 centímetros de largo, tapizados con cerca de 86 kilómetros de hilos», detalla.
La obra fue colgada en una pared del auditorio de Navalcarnero y explotó en los medios españoles. «El Guernica salta los barrotes», tituló el diario El País el 8 de mayo de 2005. Claudio recibió la medalla de bronce al Mérito Social Penitenciario.
“Yo no sé pintar, pero pinto con hilos”, apunta. De joven, apenas si había pintado figuras simples en bandejas, en su época de empleado en una casa de artesanías en Villa General Belgrano, donde vivió gran parte de su juventud y a la que regresó ahora a radicarse.
Picasso nunca conoció Guernica, la ciudad bombardeada a la que plasmó en su obra más emblemática. Gorosito tampoco había visto nunca el cuadro original que había comenzado a recrear, pero con hilos. En una salida permitida «se coló» en el Museo Reina Sofía, que alberga la pintura más custodiada de la colección.
Su propio Guernica de hilos le cambió la vida dentro de la cárcel y lo hizo conocido afuera. Comenzó a trabajar en reinserción con sus compañeros y a realizar talleres productivos que también generaban ingresos.
Goro, el que mueve los hilos (Trailer)
PRODUCCIÓN DE LA PELÍCULA
La idea surge en el año 2007 en Madrid, cuando Facundo Kolovcevic y Fernando Menendez, conocen a Claudio Gorosito y luego de conocer su historia, se tientan en llevar a formato audiovisual su vida.
La película fue premiada en el Festival Miradasdoc, Tenerife (Premio al desarrollo 2011) fue filmada en Argentina y España. Los realizadores reconstruyeron los hechos ocurridos en Córdoba (Argentina) y Madrid desde el año 2000 al 2006, gran parte de esta secuencia ocurre en el Centro Penitenciario Madrid IV de Navalcarnero.
La reconstrucción se realizó en el Servicio Penitenciario Unidad 48 de José León Suarez con la colaboración de los internos del CUSAM (Centro Universitario San Martín), una pequeña universidad dentro de la cárcel, donde los internos estudian algunas carreras de las disponibles en la Universidad de San Martín, cómo por ejemplo Sociología.
Decidieron recrear los hechos en dicho lugar por las similitudes entre ambos centros de detención que llevaban adelante un verdadero y particular interés por la reinserción social y laboral, a través del estudio, el arte y las ganas de salir adelante!
A medida que los directores fueron investigando, tomaron verdadera dimensión de la particular vida que tuvo el protagonista. Deciden desarrollar el guión para una serie de ficción sobre la increíble vida de Goro. La serie se encuentra en proceso de desarrollo e intenta reflejar cómo símbolo de una época, el neoliberalismo de los noventa y el profundo tendal de víctimas de los barrios marginales, sin tener reales oportunidades, desencadenando como alternativa en las drogas y la delincuencia.
Claudio Ruben Gorosito lamentablemente sufrió un ACV y falleció en diciembre de 2020. Llevaba 8 años viviendo en Córdoba donde había reconstruido la relación con sus hijos y creado el “Centro Cultural Goro” en la ciudad de Villa General Belgrano, donde realizaban distintos cursos y talleres gratuitos para la comunidad.